La iglesia arruinada por el terremoto de Tlacatecolote
Por Óscar Cortés Palma
Los primeros frailes creían en la conexión entre los tlacatecolotl y los terremotos, así lo evidencian sus memorias publicadas en 1593. Ya para esa fecha el nombre para designar al <diablo> en la Nueva España era <Tlacatecolotl>.
Los antepasados eran muy supersticiosos con los tecolotes creían en el dicho <cuando tecolote canta indio muere>> por eso idolatraban al ser mitológico tlacatecolotl (hombre tecolote). Cuatro tlacamitlan (embajadores del lugar de los muertos) visitaban la región de Chilapa, Copalillo, Olinalá, Zitlala, Acatlán, Tlalcozauhtitlan, Teotlalco y otras comunidades cercanas. Llegaban, recogían plumas, copal, algunos animales para sacrificarlos y los llevaban a su ídolo tlacatecolotl situado en la cima del cerro Quauhnazcatitián por Olinalá.
Cuando llegaron los frailes a la comarca notaron las alegres fiestas llenas de bailes de los indios a sus ídolos. Así lo evidencia fray Jorge de Ávila en su visita a Yecapixtla. En una ocasión, un embajador de tlacatecolotl visitó al gobernante del pueblo de Tlacozauhtitlan, cercano a Copalillo, para reprenderlo por cambiarse de religión, diciéndole que toda la región de Chilapa, Tlapa, Teotlalco, (probablemente, por su cercanía, la tlalnahua (Axochiapan, Tepalcingo, Yecapíxtla etcétera) y hasta Tlaxcala lo adoraban.
El gobernante de Tlacozauhtitlan se negó a adorar a Tlacatecolotl, encerró al embajador y dio aviso a fray Coruña, prior de Chilapa. Enterado este, que en la región idolatraban a Tlacatecolotl. Se dirigió aprisa a Olinalá, en donde estaba la mayoría de los idólatras. Encendió una gran hoguera en la plaza y amenazó a todo el pueblo de quemarlos vivos sino entregaban a los cuatro embajadores del lugar de los muertos (tlacamitlan). Pronto les trajeron a los cuatro embajadores arrepentidos. Subieron el cerro, quebró el ídolo, quemó sus ofrendas de plumería relucientes. Mandó talar el monte para que los indios no pudieran esconderse en su espesura. Prohibió que ningún indio subiera aquel monte Quauhnazcatitián.
Hasta allí todo iba bien, un año después, en 1537, trabajaba todo el pueblo haciendo el camino real a la ciudad de México y construían la iglesia y el convento de Chilapa. Cuando una india les dijo:
-¿Para qué se cansan tanto? En un año se caerá todo el edificio según el oráculo de tlacatecolotl -.
El oráculo se hizo famoso. Los indios se asustaron porque estaban tiernos en la fe. Entonces, fray Coruña mandó a encerrar a la india. Lo que es admirable es que fue cierto.
El 11 de noviembre de 1537 se cayó el convento e iglesia de Chilapa de un fortísimo terremoto sin que quedase piedra sobre piedra. Se cayeron las cercas de las huertas, la cerca del patio. Las peñas, el caudalosísimo rio Balsas de Tlacazauhtitlan corría lleno de barro espeso, hecho un cieno, los caimanes huían del rio enlodados buscando protección. El rio más que agua llevaba lodo.
Pero, ¿Cómo fue posible esto? ¿Cómo supieron los hechiceros tlacatecolotl cuando temblaría? ¿Acaso es una historia fantástica? Si es así que ganaban los frailes agustinos al registrarla en su libro de memorias aprobado por la inquisición española titulado: <<<Crónica de la orden de san Agustín en Nueva España. Desde el año 1533 hasta el 1592>>> ¿Fue sólo una coincidencia, o los antiguos tlacatecolotl podían predecir los terremotos? ¿Se perdieron esos conocimientos o nunca los hubo? ¿Cómo pudo caerse el convento agustino más grande construido hasta entonces en la Nueva España?
Ojalá y algún día sepamos las respuestas, o mejor aún sepamos cuando va a temblar. Para tranquilizar a los confusos, amedrentados y admirados indios los frailes les dijeron:
-“El marinero conoce la tormenta mucho antes que los navegantes; el labrador el agua que ha de haber a la tarde […] el médico hace pronóstico cierto de la enfermedad; y no por eso los reverenciamos como a dioses; sólo confesamos, que saben más que nosotros; y lo que más es, que el astrólogo sabe un año antes y muchos años antes si ha de helar si ha de llover; pues […] como el demonio es tan viejo […] tiene grandes observaciones; […] Cada día vemos esto en los hombres viejos, que la experiencia de cien años les ha enseñado cosas, que parecen admirables, y así lo son las que los demonios dicen.[…] Estos indios han tenido muchas observaciones […] Los temblores de Chilapa son continuos […] Pudo tener el demonio observación de este temblor, porque sucede ordinariamente a tal tiempo; con ocasión de pocas aguas y muchos vientos y de extremada sequedad. Conocería también que aquel edificio iba falso, porque crecía con mucha prisa y sin maestro. ¿Qué mucho que adivinase su ruina? Esto un albañil lo hace-".
O sea en pocas palabras los frailes dijeron que: <Más sabe el diablo por viejo que por diablo>. Pasó el tiempo, todo cambió, con auxilio de los tecuanes se logró la evangelización de la comarca, Por eso abundan los tecuanis en las fiestas parroquiales de Chilapa, Tlapa, Olinalá, Copalillo, Zitlala y Acatlán.
Hoy, en el pueblo de Tlalcozauhtitlan se localiza el santuario del murciélago y la zona arqueológica Teopantecuanitlan (lugar de los templos de tecuanes) la cual debe su nombre al cerro aledaño. ¿Acaso ese cerro se llamaba antes Quauhnazcatitlán y era el sitio en donde estaba el ídolo tlacatecolotl?
BIBLIOGRAFÍA: Juan de Grijalva, Crónica de la orden de san Agustín en Nueva España. Desde el año 1533 hasta el 1592. (México: Porrúa, 1985)
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Tomado del libro: <<Tecuanes, tlacololeros y tlaminques>>
de Óscar Cortés Palma
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